Kolek, el ser colectivo Capítulo Párrafo ediciones marcar
C0 0 1
Sonreía, sin animo 0 2
Parecía que el extremo de su boca se replegase en un hermoso hoyuelo, al tiempo que apostado contra la pared, permanecía anclado sosteniendo entre sus manos y mirando aquel extraño libro. Un libro, un objeto único que casi había desaparecido de la faz de la tierra. Seguramente uno de los últimos y pocos libros que existieran en aquella actualidad, un libro salvado de las quemas de libros de la gran Guerra. 0 3
El brillo en sus ojos era tan absolutamente conmovedor, que parecían iluminados desde abajo, desde una luz inexistente que saliera de aquel objeto físico, casi desaparecido, olvidado, cubierto de polvo, inalterado en el tiempo. 0 4
Las manos le temblaban y sudaban, no tenía certeza alguna de lo que encontraría al abrir aquellas tapas, pero estaba seguro que sería algo tan único, que podría dar respuesta a todas sus preguntas. A fin de cuentas, había llegado hasta allí buscando respuestas, buscando una oportunidad para la resistencia. 0 5
Acarició el lomo del libro, sin apenas atreverse a quitarle el polvo, sin apenas querer intentar ver el título, intentar leer y descifrar las letras y algunos símbolos olvidados e impresos en aquel aparato, que en otro tiempo fue el almacén del conocimiento humano. 0 6
Respiro hondo, tomo aire y abrió el libro. En letras borradas podía intuirse “Origen K...â€. 0 7
El silencio de la estancia era absoluto y la antorcha que había iluminado hasta ese punto sus pasos, parecía llegar a su fin, parpadeando intermitentemente, avisando de que su luz no duraría eternamente. 0 8
Al darse cuenta que la antorcha llegaba a su fin, levanto la mirada, hacia el lugar por donde había entrado, intentando sopesar las consecuencias de arrastrar consigo aquel preciado tesoro, tesoro que tal vez no soportara el cambio de humedad y temperatura en el exterior. Volvió a mirar nuevamente el libro, cubierto de un polvo adherido, polvo seguramente producido por su propia descomposición, polvo que se había creado en aquella pequeña vitrina sellada al vacío. 0 9
Respiro nuevamente dándose un segundo y pensó sobre las pocas opciones que tenía, posarlo en el lugar en el que se encontraba, en aquella vitrina de cristales oscurecidos que antes hacían vacío pero que ahora ya no podían ser sellados nuevamente o llevarlo consigo arriesgando el perderlo al llegar al exterior. Cerró la puerta de aquella vitrina, que había ocultado y protegido el libro que contenía las respuestas sobre Kolek y miro la estancia, sabía que no podría permanecer mucho rato allí, que la luz se extinguiría y con ella las posibilidades de salir a la superficie. 0 10
Sintiendo la tristeza de no poder descifrar aquellos párrafos, también sintió un cosquilleo en el estomago por llevar el libro consigo, se encamino torpemente hasta aquel pequeño agujero que se había abierto en el suelo y le había permitido acceder a la particular estancia. 0 11
De nuevo sorteo la columna de mármol que caída, permanecía en mitad de aquella sala, lo suficientemente grande como para albergar a más de cien Kolek, pero no se paro más. La antorcha avisaba que tenía que salir. Esquivo un monte de escombros y piedras que se esparcían a su izquierda para comenzar a escalar por la pared que se había abierto antes de dejarle caer. 0 12
Con la mano libre se aferro al saliente que se había roto y con el impulso de sus piernas consiguió llegar hasta el pasillo por el cual había entrado. La luz de la antorcha amenazaba con apagarse y si esto sucedía, estaría perdido, moriría en la oscuridad; sin luz no tendría la capacidad de poder encontrar el camino de regreso. Desde el saliente, se arrastro nuevamente los cien metros por aquella grieta que antes de entrar le habría pasado desapercibida, el aire que había movido el fuego y luz de la antorcha avisándole de la existencia del agujero, ahora le avisaba que la antorcha no permanecería mucho mas tiempo encendida. Giro seguro hacia la derecha y regreso nuevamente a la galería por la cual ya podía andar a gatas, aun con dificultad. 0 13
La luz de la antorcha parecía extinguirse por segundos, mientras intentaba avanzar todo lo rápido que podía por aquella galería llena de arena y rocas desplomadas. Giro a la izquierda siguiendo el camino que había marcado en la pared con la tiza blanca que había encontrado en el suelo antes de entrar por aquel agujero medio derruido. Continúo otros veinticinco metros asegurándose de no dejar ninguna marca de tiza atrás, en ningún cruce, en ninguno de los pasillos que se abrían a izquierda y derecha. Pensó en el número de marcas que había realizado desde la superficie hasta llegar a la grieta, más de cincuenta. Se apresuro, tomando conciencia que todavía no estaba ni a la mitad de las marcas que conducían hacía la salida, dejo atrás otros tres pasillos sin marcas y acercando la antorcha a cada una de las esquinas, escudriñaba en busca de alguna marca, temiendo saltarse la señal que indicaba el camino correcto. El corazón acelerado, golpeaba insistentemente el pecho, el sudor resbalaba por su frente, mezcla del calor del ya exiguo fuego y de los nervios de la posibilidad de descubrirse perdido sin luz. 0 14
Una de las marcas realizadas le indicaba que tenia que girar a la izquierda, avanzo con la respiración agitada, mientras rebuscaba con sus sentidos agudizaos por la presión la siguiente marca de tiza que le condujera hacía la salida de ese laberinto. La antorcha, mantenía una pequeña llama aun, pero era ya evidente que se apagaría en pocos minutos tal vez segundos. Procurando que no se apagará, se quitó los pantalones, desnudando su cintura y enrollando el pantalón un poco por debajo de la llama que la brea aun sostenía encendida. Era consciente que la ropa no le daría mucho tiempo de luz, pero tal vez le acercará a la salida. 0 15
La llama casi extinguida encendió los pantalones, procurándole un instante más de luz. Se quito camisa y calcetines, pensando en como alimentar la llama en caso no encontrará las salida antes de que el fuego diera cuenta de sus pantalones. Desnudo avanzaba por la galería, tiritando por el frío, pero agradeciendo que no fuera un sitio húmedo y que su ropa aun estuviera lo suficientemente seca como para arder. Avanzo unos treinta metros, temiendo la muerte. Ninguna marca en ninguna esquina le indicaba giro alguno y siguió avanzando hasta llegar al punto, al punto donde entendió que moriría en aquel laberinto. 0 16
El pasillo por el que avanzaba, era un pasillo por el cual no había pasado, era un pasillo sin salida un camino muerto. La luz de sus pantalones sin el alimento de la brea que había utilizado al construir la antorcha, parecía extinguirse rápidamente, la antorcha prácticamente apagada le sumía en la oscuridad, perdido, encerrado, sabiendo que no podría avanzar, ni retroceder en la oscuridad y que entre aquellas paredes la única muerte que le esperaba era la sed o el hambre. 0 17
La sonrisa y el placer de sostener aquel libro habían desaparecido, sintiendo el vacío de haberla fallado, de morir solo, de perder la oportunidad. Tan solo miedo, los ojos abiertos enfrentados a la agonía de una muerte seguramente lenta, mirando a una pequeña llama que parpadea lentamente, creciendo y decreciendo, hasta que en un giro reflejado en las pupilas se desvanece, apagándose, dando pasó a la más negra de la oscuridad. 0 18